Ningún especialista en endodoncia, ningún tratadista o investigador, hasta la fecha, se ha atrevido a garantizar en un cien por ciento el tratamiento radicular de un conducto infectado y con lesión apical. Todos admiten un considerable porcentaje de fracasos. Aunque parezca inverosímil, yo no he encontrado ninguno, ni se me ha reportado fracaso alguno; y son ya varios los millones de tratamientos hechos en los diferentes países donde se conoce la PASTA F.S. El lector ha visto hasta ahora todas las situaciones de un relleno endodóntico y todas han sido favorablemente resueltas. En los próximos capítulos podrá ver problemas más complicados y también resueltos con mi fórmula. El profesor INGLE 92-93 citado particularmente por el Dr. ANGLE LASALA 94 selecciona las causas del fracaso endodóntico que yo expongo a continuación en una doble columna comparativa:

A pesar del viejo decir, de que las comparaciones son odiosas, me veo necesitado de hacerlas, en procura de vencer barreras científicas y quiero terminar este párrafo con las palabras del Dr. LASALA 94: “Es de esperar que en los próximos años con nuevas investigaciones y mejores técnicas, se llegue a superar la cifra del 95% de éxitos,

compromiso científico y de salud pública que queda en manos de aquellos investigadores y endodoncistas que, teniendo la fe en su profesión, buscan la constante superación y constituyen el futuro de la especialidad”.

He dejado para último lugar la presentación de este caso, uno de los más interesantes de mi archivo. Al analizar el aspecto de la placa radiográfica de la Fig. 174, cualquier profesional podría diagnosticar un quiste glóbulo-maxilar, la situación, el tamaño, la forma y el contraste de la roengenografía así lo indican. En consecuencia se procedió a tomar una biopsia cuyo corte histopatológico de la Fig. 175 demuestra la presencia de un epitelio, en realidad se trata de un quiste.

Este diagnóstico exige la intervención quirúrgica, según todas las normas tradicionales. A pesar de todo resolví tratar endodónticamente las piezas dentales que se veían incluidas dentro de la lesión, y como tal, la Fig. 176 muestra subobturados el canino y el incisivo central y sobreobturado el incisivo lateral. Es notorio lo elemental de la obturación del canino. Obsérvese la posición distalizada del eje normal del canino y mesializada la del lateral, causada por la presión constante del líquido quístico. Cuando presenté esta diapositiva en una sesión de información que hice ante la Sociedad de Endodoncia de Bogotá, de inmediato uno de los especialistas anotó que con esos tratamientos no podría obtener buen resultado, pues debía saber que los quistes glóbulo-maxilares no son de origen dentario. A continuación presenté la dispositiva de la Fig. 177 tomada dos años después, que mostraba:

• La fagocitación total de la PASTA F.S. extruída;
• La regresión a la posición normal del canino y del lateral, al cesar la presión del exudado quístico, y
• La notoria reorganización de la trama ósea. Cinco años más tarde o sea a los siete años de las obturaciones radiculares tomé este último control (Fig. 178) que demuestra, sin lugar a la menor duda, la reparación total de todas las situaciones anormales.

Si se hubiera hecho cirugía seguramente hubiera sido necesario un tratamiento ortodóntico posterior, pues el trabeculado óseo comienza inmediatamente después del acto quirúrgico y no siguiendo el ritmo biológico de la reparación paulatina del tratamiento endodóntico. Finalizo el análisis de este extraordinario caso clínico dejando sin comentarios las opiniones del colega, anotando únicamente que nada debe ser negado a priori.