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Figs. 27, 28 y 29. Una patología tan gigantesca requiere normalmente la intervención quirúrgica de legrado y enucleación de la lesión que radiográficamente es compatible con un quiste. Este caso al igual que todos los que presentamos en este libro, no ha sido intervenido quirúrgicamente. Desde un principio los cirujanos orales que observan nuestros rellenos radiculares, negaban que estas lesiones pudieran regresar sin cirugía, pues sostenían que el epitelio quístico no era reabsorbible, pero al mirar los controles ya sin lesión, no podían dar crédito a lo que veían.
El profesor y tratadista Dr. YURI KUTTLER, luego de una conferencia que dictamos en la ciudad de México, tomó la palabra y nos felicitó por nuestra calidad de cirujanos; tuvimos que replicarle que ni éramos cirujanos ni nunca habíamos pretendido hacer cirugía alguna; que la regresión de las lesiones que había observado era causada únicamente por los factores biológicos que colaboraban en la reparación tisular. Nosotros creemos que las lisis o destrucciones óseas provocadas por microorganismos, evolucionan para formar granulomas y éstos, pueden llegar a generar quistes con su característico revestimiento epitelial. Al ser eliminado el foco productivo de las bacterias (conducto radicular) la lesión regresa al igual que la destrucción ósea, para terminar con la aparición de las trabéculas óseas normales. El mismo Dr. KUTTLER manifestó, en esa misma ocasión, que el trabeculado que mostraban varias de las grandes lesiones en sus controles, no era un trabeculado auténtico de hueso normal y que la organización haversiana se notaba diferente de la de las estructuras vecinas. Nosotros nos vimos obligados a manifestarle que él debía saber que las neoformaciones –callo óseo- tenían generalmente un aspecto radiográfico diferente a la trama ósea del hueso intacto. (No cabe la menor duda de que el epitelio quístico si es reabsorbible). |
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